Hacia los 2 años de edad, las funciones digestivas y metabólicas de los niños y niñas han madurado de manera que ya pueden comer de todo, si bien se han de ajustar las cantidades y los alimentos a la propia evolución y costumbres del niño; sin sobreestimar ni su apetito ni sus necesidades. A los 2 años la velocidad de crecimiento del niño es grande, aunque va desacelerando hasta los 3 años. Y es a partir de esa edad cuando su ritmo de crecimiento y desarrollo se reducen aún más, hasta llegar a la pubertad donde se da el estirón puberal.
Los niños obesos ya a la edad de tres años tienen elevados niveles de proteína C reactiva, un marcador de inflamación que en adultos alerta sobre posibles enfermedades cardíacas en el futuro, según un estudio publicado ayer en la revista estadounidense "Pediatrics". Por eso una dieta correcta desde pequeños tiene relación directa con la calidad de vida que tengamos de mayores.
¿Has notado cambios en el apetito de tu niño? Lo cierto es que a partir de los dos años, el niño suele comer menos. Se trata de una respuesta fisiológica normal de su cuerpo ya que su ritmo de crecimiento es más lento en comparación con el primer año, por lo que sus necesidades de energía y nutrientes, inevitablemente son menores. Estos cambios de apetito deben ser entendidos y atendidos por la familia para no forzarle a comer al niño más cantidad de alimentos, que en realidad su organismo no necesita.
Asimismo, en esta etapa el niño va descubriendo todo lo que le rodea y centra su atención en otros temas que no son precisamente la alimentación, suele manifestar manías y caprichos con
la comida, por lo que es una oportunidad para que padres y madres, y responsables de su alimentación le guiéis de la mejor manera posible para que vaya adquiriendo
hábitos de alimentación y de vida saludables.
- Haz que la dieta de tu hijo sea equilibrada y variada en platos, sabores, texturas y consistencia e incluso colores, para acostumbrar a su paladar a comer de todo. El olor, el color, el sabor, la forma y la textura van a influir y a determinar en parte sus gustos personales.
- Si le vas a dar a probar un alimento nuevo, inténtalo al principio de cada comida, cuando el niño tiene más apetito; e insiste varias veces, cocinando el alimento de distinta forma, hasta que el niño descubra el nuevo sabor, se aficione y se acostumbre a él.
- Si empleáis los alimentos como premio o castigo podéis hacer que vuestro niño sea un caprichoso y tenga manías a la hora de comer los alimentos más nutritivos. Es necesario que dediquéis el tiempo necesario para que el niño aprenda a comer disfrutando de lo que come.
- A medida que van creciendo, los niños van marcando sus preferencias sobre los alimentos y deberéis orientarlas adecuadamente, pues suelen presionar para comer sólo aquello que les gusta.
- Evita que coma a menudo golosinas, patatas fritas de bolsa, bollería, refrescos y similares, que no le nutren y le quitan apetito para que coma lo que tiene que comer a sus horas.
- Convierte el desayuno en una de las comidas más importantes del día. Para ello el desayuno debe incluir al menos un lácteo, cereales (galletas, cereales, pan, bollería sencilla ) y fruta o zumo.
- Ofréceles almuerzos y meriendas, mejor a base de bocadillos preparados en casa, frutas y lácteos, sin abusar de embutidos, patés y quesos grasos.
- ¿Sabes si su comida es equilibrada? ¡Compruébalo!
- Primer plato: Arroz, legumbres, pasta, ensaladas o verduras y patata; alimentos energéticos ricos en hidratos de carbono. Si combinas legumbres y cereales en el mismo plato, lo conviertes en un segundo plato muy nutritivo, que puede sustituir perfectamente alguna de las raciones semanales de carne, pescado o huevo.
- Segundo plato: Carnes, pescados y derivados o huevos. Una cantidad moderada de estos alimentos aporta parte de proteína, hierro y otros nutrientes, que el niño necesita. Acompáñalos siempre de guarnición vegetal; ensalada, verduras, legumbres o patatas (¡y no siempre fritas!).
- Postres: ¿qué mejor que fruta fresca o un lácteo sencillo como el yogur?
- La cena os puede servir a toda la familia para equilibrar la dieta teniendo en cuenta los alimentos que habéis tomado el resto del día. Procurad que la cena sea más ligera y sencilla que la comida; ensaladas, verduras, purés, cremas o sopas y como complemento pescados, carnes o huevos, según lo que se haya comido al mediodía. ¡Ayuda a dormir mejor y a descansar más!
- ¿Conocéis los menús del colegio? Es la única manera de que podáis completar la dieta con el resto de comidas que se hacen en casa.
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Rosa (viernes, 19 marzo 2010 13:36)
Muy interesante el artículo. Al final es utilizar un poco la lógica.